El dolor de la traición es una herida abierta, que cicatriza y vuelve abrirse atravez del día, que sangra con cada recuerdo, con cada mirada que esquiva. No hay bálsamo que alivie, no hay tiempo que cure. La confianza, una vez quebrada, se convierte en un espejismo inalcanzable, y el amor, es una sombra que no se desvanece aunque el amor ya no esté, sombra de lo que fue, de lo que pudo ser.
Caminar juntos se vuelve imposible, pues seguimos caminos opuestos, dos caminos que se bifurcan en direcciones opuestas. Tu corres, yo aún no puedo ponerme en pie, No hay vuelta atrás, no hay camino singular, no hay manera de reconstruir lo que se ha perdido, lo que el viento se llevo, las hojas en verano ya no floreceran, este invierno nadie cubrirá mis ramas del frío calcinante, La única opción es seguir adelante, ponerse de pie o correr lejos de casa, cada uno por su camino, llevando consigo las lecciones aprendidas, las lesiones recibidas y las cicatrices que son escuela, que son secuelas.
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