Somos un delicado equilibrio entre dos seres, que nunca son idénticos pero que existen en un constante diálogo.
Tu y yo somos partículas separadas por el bigbang, inseparables en esencia.
Cuando tú vibras, respondo, cuando me muevo, cambias, no somos el reflejo exacto del otro, sino el eco de lo que somos juntos.
No es que seamos lo mismo, tu eres universo aveces y yo constelación, esto en un vaivén perfecto, tambien yo soy marea y tu la fuerza que la mueve, somos distintos, pero nuestras diferencias danzan en un baile armonioso un vaivén, cuando oscureces, mi luz se fragmenta en los dos y cuando callo, tu voz es la plata que me responde como eco cuántico.
Reaccionamos uno al otro como las estrellas y el tiempo a la gravedad, como las notas musicales a el viento y los golpes, no hay antes ni después, no hay distancia o líneas divisorias, hay un ahora eterno en el cual existimos entrelazados, donde cada acción es respuesta, y cada pausa es sucedida en el pasado y futuro de una acción.
Tu eres la prueba de que la dualidad no existe, somos dos y somos uno, indivisibles en la danza infinita de lo que no se puede explicar, pero sí sentir, somos un entrelazamiento cuántico.